Revista de
Comunicación
Audiovisual #4
 
Septiembre 2002

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Retratos

Anciana Tristeza

La escasa luz que adorna el sombrío cuarto se cuela tímida entre unos postigos semi cerrados; deja entrever una añeja suciedad en los rincones del dormitorio vacío de muebles pero lleno de recuerdos Una cama de dos plazas sostiene un colchón deformado por el uso, donde reposa el cuerpo cadavérico de Armando, un anciano que duerme sin cerrar los ojos, con su mirada fija en algún revoque caído de la pared… creyendo en nada, pensando en todo. En su mano izquierda tiene dos anillos de oro, uno de ellos es el recuerdo más palpable del amor de su vida, su compañera hasta que la muerte los separe , su esposa incondicional. Con la misma mano sostiene un almanaque arrugado, y sobre su pecho descansa un pañuelo de tela, ya seco de absorber tantas lagrimas.

Armando solía tener ojos grandes, claros y expresivos, que más de una vez le sirvieron para facilitar conquistas de juventud. Pero hoy sus cientos de arrugas resaltan ante cualquier facción en su rostro, y su mirada ha perdido la fuerza por tanto ver injusticias y recibir golpes no esperados. Sus ojos, subrayados por oscuras ojeras, tienen los párpados caídos, casi embolsados sobre sus pupilas… desearía dormir para no pensar, pero no lo logra; recién esta saliendo el sol de un nuevo día, que promete ser tan angustiante como los anteriores. Observa su calendario y vuelve a sacar la misma cuenta: 124 días que sus hijos y nietos no vienen a verlo. Hasta le cuesta recordar con facilidad sus caras, sus sonrisas, sus gestos. Por eso suele agregar cada vez mas fotos en su pequeña cómoda, para no olvidas sus rasgos y tener a la familia lejana un poco más cerca. Las comisuras de la boca, olvidada de sonreír, están cada vez mas caídas.

De pronto sus labios partidos y resecos le señalan que tiene mucha sed, aunque cada vez es más difícil para su viejo cuerpo hacer el esfuerzo de levantarse de la cama. Armando se calza sus pantuflas casi desechas y se dirige al baño, donde bebe agua fresca, débil y tembloroso. Se mira en el espejo: cada vez le cuesta más reconocerse tras esa máscara de curtida piel arrugada y una barba blanca y descuidada. Se coloca su dentadura que descansaba en un sucio vaso, tal vez intente lucirlos con una sonrisa si es que hoy es cuando sus nietos lo bendicen con una visita.Un sorpresivo y esperado sonido interrumpe sus pensamientos, y una ilusión que ya desconocía lo invade fugazmente mientras camina hacia el teléfono arrastrando sus pies cansinos, ahora más aprisa. Levanta el tubo y emite un ronco y pesado hola, pero solo encuentra como respuesta el vacío del tono. Con resignación piensa en lo cruel del paso del tiempo, y vuelve a sumirse en un desierto de silencio.

Karen Maseberg

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Revista electrónica de la cátedra de Comunicación Audiovisual de la Licenciatura en Comunicación Social / Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales / Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco/ Comodoro Rivadavia / Chubut / Patagonia / Argentina
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