Las Mentiras

 

Las mentiras de Kissinger

El ex secretario de Estado norteamericano lanza el tercer volumen de sus memorias, en las que se refiere a la relación de su país con el gobierno de Allende y Pinochet. Pero muchas de sus aseveraciones no concuerdan con los informes de la CIA.

"He sido llamado indispensable y hacedor de milagros, porque recuerdo cada palabra que digo", aseguró en una oportunidad Henry Kissinger. Sin embargo, en su tercer volumen de memorias, Years of Renewal ("Años de Renovación"), que el ex secretario de Estado de Richard Nixon lanzó el martes 16 en Nueva York, éste olvidó algunas situaciones. Amnesia que también abarca hechos ocurridos en Chile durante el gobierno de Salvador Allende y Augusto Pinochet, y en los cuales Kissinger estuvo directamente implicado.

En su libro de 3800 páginas, que cubre los tres años de la presidencia de Gerald R. Ford tras el escándalo de Watergate, Kissinger -según la crítica literaria de The New York Times- busca demoler una serie de mitos que se han alzado en torno a su figura. Aunque la misma crítica asegura que esta tercera parte de sus memorias (antecedida por Años en la Casa Blanca) es mucho más que una elaborada autojustificación, pues entrega luces sobre "cómo se discutían, formulaban y llevaban a cabo las políticas en los años de Nixon y Ford".
No obstante, en el caso de Chile, las contradicciones de quien fuera uno de los hombres más influyentes de Washington quedan al descubierto.
Entremedio de la descripción de reuniones con Brezhnev, anécdotas acaecidas con líderes chinos y el rol de Estados Unidos en el conflicto de Medio Oriente, diecisiete páginas de Years of Renewal aluden al caso chileno. En éstas, el ex secretario de Estado aminora la intervención del gobierno norteamericano en el período de Allende. Sin embargo, sus aseveraciones no concuerdan con los informes de la CIA que ya han sido desclasificados o con la investigación que el Congreso norteamericano realizó sobre la intervención de la agencia de inteligencia en Chile. En el siguiente reportaje, Qué Pasa explicita las interrogantes que quedan sobre el tema, contrastando las referencias que Kissinger hace en su libro con dichos informes.
¿Estados Unidos intentó derrocar o desestabilizar al Presidente Salvador Allende?
"Después de que Allende fue derrocado, se propagó el mito de que Estados Unidos organizó el golpe, o al menos lo hizo posible a través de un sistemático plan de estabilización". (Henry Kissinger)

A pesar de que Kissinger desmiente categóricamente que Estados Unidos intentó derrocar y desestabilizar al gobierno de Allende, los archivos de la CIA sobre Chile revelan lo contrario. El 15 de septiembre de 1970, el presidente Richard Nixon citó a su oficina en la Casa Blanca a sus principales asesores -entre ellos, al entonces asistente del presidente en materia de seguridad nacional, Henry Kissinger. El mandatario republicano estaba muy sorprendido con la victoria de Allende, por lo que fue claro y preciso con sus hombres de confianza: "Estados Unidos no puede aceptar el gobierno socialista de Allende". Nixon había orquestado una férrea campaña internacional destinada a presionar al Presidente Eduardo Frei Montalva, para que se encargara de promover un golpe de Estado que prolongara su gobierno por otros seis años. "Por diferentes medios, la CIA intentó convencer al Presidente Frei que evitara el ascenso de Allende a la presidencia", se puede leer en las investigaciones del Senado norteamericano. Sin embargo, Frei Montalva no cedió a las presiones de la CIA y prefirió negociar acuerdos políticos con el futuro presidente socialista. "El fracaso de Frei de intentar disuadir a su partido (...) para alcanzar un acuerdo con Allende, terminó con todas las esperanzas de usarlo a él para prevenir la presidencia de Allende", le informó el director de la CIA, Richard Helms, al secretario de Estado, Henry Kissinger, en un memorándum fechado el 18 de noviembre.

¿Kissinger sabía que Estados Unidos promovía un golpe de Estado en Chile?
"Las acciones encubiertas de la CIA se realizaron a través de diferentes estrategias, uno de los planes más conocidos es el Track I. Este fue liderado por la agencia de inteligencia, a pedido de la Casa Blanca, para alentar al Congreso chileno a que ordenara una carrera entre los dos candidatos que lideraban la votación (...). La operación falló y se instaló Allende en la presidencia (...). Por ello, se decidió poner en marcha el plan Track II, que consistía en pedir apoyo a los militares chilenos para que alentaran el escenario del plan Track I. Sin embargo, el 15 de octubre, decidí retirar el plan Track II, que jamás fue implementado. (Una semana después, algunos de los complotadores que estuvieron involucrados en Track II y de quienes ya nos habíamos desasociado, actuaron por su propia voluntad y secuestraron al Jefe de las Fuerzas Armadas chilenas, quien resultó asesinado". (Henry Kissinger)
A pesar de que Kissinger asegura que a Estados Unidos no le cabe ninguna responsabilidad en el plan Track II, este tenía por objetivo crear todas las condiciones para un golpe de Estado, con el cual el comandante en jefe del Ejército, René Schneider, no comulgaba. En los cables de la CIA insinúan que la operación fue monitoreada por el propio Kissinger. La CIA había creado un grupo especial de agentes, al que denominaban Task Force, que bajo las órdenes de Thomas Karamessiness debía realizar una serie de acciones para botar al Presidente Allende. Sin embargo, a poco andar, los encargados de organizar el golpe en Chile tropezaron con una valla. El jefe del Ejército, general René Schneider, no estaba dispuesto a participar en los planes de la CIA. "Hay razones de peso para pensar que ni Schneider ni Frei van a actuar (...) pero se pueden hacer propuestas a oficiales de menor grado", consigna el cable 424, enviado el 23 de septiembre de 1970 desde la sede de la CIA en Santiago a la oficina central. "Deseamos incentivar a (el general Roberto) Viaux para que continúe y afine sus planes", señala el cable 729, fechado el 13 de octubre. El embajador estadounidense Edward Korry -quien no estaba al tanto de las intenciones de Nixon- comenzó a sospechar sobre los planes de un golpe. El 9 de octubre, el diplomático le advirtió a Kissinger:
"Pienso que un intento nuestro de incentivar un golpe nos conduciría a un fracaso como el de Bahía Cochinos". Dos días más tarde, en una reunión en la Casa Blanca, Kissinger enumeró una serie de razones por las cuales consideraba necesario desincentivar el golpe de Estado en marcha. "... Se le debe advertir a Viaux en contra de cualquier acción precipitada...
Hemos llegado a la conclusión que en este minuto un golpe no puede tener éxito". El gobierno norteamericano fue alertado de lo poco idóneos que eran para esa misión el general (r) Viaux y los suyos, y decidieron desligarse del grupo a mitad de camino. La decisión le fue informada a Viaux el 17 de octubre. Pero el general (r) respondió que de todas formas continuaría con los planes que conocía el gobierno de Estados Unidos de secuestrar a Schneider. El 22 de octubre 1972, fue perpetrado el secuestro de Schneider, dos días más tarde es asesinado.

¿Estaba el Congreso norteamericano al tanto de las actividades de la CIA en Chile?
"El 8 de septiembre de 1974, cuatro semanas después de que (Gerald) Ford asumió la presidencia de Estados Unidos, un artículo de The New York Times acusó a Nixon y a su administración de haber usado actividades encubiertas para debilitar al gobierno de Allende y "de mentir reiterada y deliberadamente al público y al Congreso sobre el involucramiento de Estados Unidos de los asuntos internos de Chile...
"Eso no es cierto, no se divulgó ninguna acción encubierta públicamente, además el Congreso siempre estuvo informado de lo que sucedía, dado los procedimientos que existían en ese entonces". (Henry Kissinger) Todas las operaciones que la CIA realizó en Chile eran reportadas a Kissinger y al presidente Nixon. El 21 de septiembre, la agencia de inteligencia puso en marcha las órdenes del mandatario republicano. En dos cables desde la sede central de la CIA a sus oficinas en Santiago se informaron las nuevas instrucciones. "Propósito del Ejercicio es evitar que Allende asuma el poder. Solución militar es el objetivo", se lee en el cable secreto 236. En el segundo cable se informó que por órdenes del presidente, se debían ignorar los reglamentos internos de la CIA que obligan a informar de sus acciones al Departamento de Estado. "... Se nos ordenó explícitamente no informarle al Departamento de Estado y a la embajada", según el cable 240 enviado a Santiago. En la práctica, la CIA pedía aprobaciones y reportaba todas sus actividades al asistente del presidente en materia de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, según consta en otro cable de la CIA.

¿Financió Estados Unidos campañas en contra de Allende?
"Dentro de las políticas de la Guerra Fría durante 1960, estas acciones encubiertas estaban condicionadas para permitir la subsistencia de los partidos democráticos y la prensa libre, pero fueron interpretadas como una interferencia gratuita en los asuntos internos de la democracia chilena.
(Henry Kissinger) La última semana de octubre de 1970, Richard Nixon autorizó oficialmente a la CIA para que comenzara a entregar asistencia financiera a las facciones antiallendistas. El gobierno de Estados Unidos se sentía absolutamente golpeado por la iniciativa de Allende de nacionalizar la Gran Minería del Cobre. Con este sentido, Estados Unidos empezó a enviar fondos para financiar actividades contra Allende. Según el informe del Congreso norteamericano, "entre 1971-73 los conglomerados de oposición recibieron US$ 4 millones". Esas investigaciones también revelaron que gran parte de los fondos fueron a parar a la Democracia Cristiana y al Partido Nacional. Gracias a los dineros otorgados por la CIA, ambos partidos pudieron comprar sus propias radios, revistas y diarios a principios de 1971. "Esto permitió mantener una campaña antigobierno a lo largo de los años de Allende, llamando a los ciudadanos a demostrar su oposición de varias formas", asegura el informe del Congreso. La CIA, además, gastó US$ 1,5 millón en apoyo a El Mercurio, "el principal diario del país y el principal canal de la propaganda anti Allende", asegura el informe. Para 1973, el año del golpe de Estado, el gobierno norteamericano había inyectado US$ 8 millones, apoyando de forma encubierta fuerzas antiallendistas.

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